La cobertura, o mejor explicada como "salvaguardia", es una estrategia que a menudo no se comprende bien y se ejecuta aún peor. Su propósito es simplemente reducir el riesgo inherente a ciertas actividades financieras. En términos simples, la cobertura implica tomar una segunda posición opuesta a la primera posición tomada en un mercado para minimizar el efecto de los movimientos adversos de los precios.Si se hace correctamente, la cobertura es una forma efectiva de proteger el valor de una inversión y minimizar sus desventajas. Si bien no es exactamente una póliza de seguro, cuando se hace correctamente, debería producir el mismo resultado: una disminución del riesgo, con la correspondiente mejora en la capacidad del inversor para dormir bien por la noche.Desafortunadamente, en muchas partes del mundo, la cobertura apenas se conoce y, lo que es peor, se implementa con instrumentos ineficaces, lo que genera un desperdicio de gastos y altos costos operativos.